Era una mañana de primavera, cuando llego a la oficina una pareja de unos 40 y tantos años, después de las preguntas de rigor y anotar sus datos les mostramos varias casas y volvimos a la oficina, él me dijo que le había gustado mucho una de las casas pero que antes tenía que vender la que tenía situada en una pequeña población cerca de la oficina.
El cliente me dijo que se le había hecho tarde que tenía prisa y que me llamaría para quedar otro dia y enseñarme su casa pero me la describió minuciosamente con pelos y detalles.
Casualidades de la vida, no había pasado ni una hora cuando llegó otro cliente, diciendo que quería comprar una casa y me pedía que tuviese las características que me había descrito el primer cliente.
Yo pensé que podía como se dice matar dos pájaros de un tiro, así es que llamé al cliente anterior para intentar concertar la visita ese mismo día, cuando llamé me dijeron que el teléfono era erróneo que allí no había nadie con ese nombre.
Pensé “pero que torpe he sido he apuntado mal el número de teléfono, pero la población donde tiene la casa es pequeña y tiene un apellido muy poco común será fácil encontrar el número correcto en la guía”, así es que lo busqué y encontré solo un número con ese apellido.
Llamé por teléfono y me contestó una señora que dijo no saber nada de lo que le decía ni de la casa que presuntamente quería comprar y me pidió que describiera a la señora que había venido a la oficina, porque de lo que estaba segura es que ella no era. Yo le comenté que seguramente me habría equivocado, pero ella rebatió rápido mi argumento al decirme que su marido era el único en el pueblo con ese apellido. Yo balbucee palabras sin mucho sentido sin entender nada de lo que estaba pasando y colgué.
A los 5 minutos, me llamó el señor en cuestión más que enfadado, lo primero que me dijo fue que como me atrevía a llamar a su casa yo le contesté que anoté el número de teléfono móvil mal y que por eso lo había buscado en la guía telefonía, porque tenía un posible comprador para su casa.
Me contestó que yo no tome el numero mal, simplemente él me lo dió mal para que no le llamase, yo sorprendida le dije que no entendía nada que si no quería que le llamase ¿porqué me daba un teléfono?, entonces él me contestó:”mira para que te enteres de una vez, la persona con la que he venido esta mañana no es mi mujer”
Le pedí disculpas cien veces sin saber que decir. Me sentía fatal por los problemas que sin querer había creado.
Poco después, se presentó de nuevo el cliente en la oficina y después de pedirle de nuevo disculpas, le comenté que en vez de darme el numero erróneo me debería haber avisado. Me contestó: “A ver que quieres que te diga ¿no me llames a mi casa que ésta no es mi mujer?”, comprenderás que ¡no puedo ir diciendo esto!
Yo cada vez estaba más nerviosa y en un momento dado me oigo a mi misma decirle al cliente Sigue leyendo →